El Baluarte de Canido: Capítulo I


Por Quichís.

Nací en la calle Alegre, en el nº 90 de los llamados Ranchos, casas que todavía se conservan algunas, entre ellas la de mi madre. Teníamos huerta y en ella además de plantar patatas, judías, tomates etc., teníamos también una bodega para criar gallinas, conejos, cerdos y otros animales, aunque no todas las familias se dedicaban a lo mismo.

Mis padres vivían en Baterías, frente al Baluarte, la casa era una finca con una casa principal, o casa grande, donde vivían el dueño, el Sr. Penedo y tres cuadras reconvertidas en "viviendas" por llamarlas de alguna manera, en ellas además de mis padres vivían Dámaso, el zapatero, que después se trasladó al crucero y allí tenía el taller de arreglo de calzado y la Sra. Esperanza, nuestra vecina (la nombro a ella porque para mi fue como mi segunda madre) con su familia.

Mi infancia en Baterías fue muy agradable y divertida, ya que a pesar de las penurias económicas, mi padre trabajaba en la Bazán de los años cincuenta, siempre había algo para comer, pues la casa materna era la de los Ranchos y como ya dije, dinero no había, pero especias de la huerta o alguna gallina o conejo y no digamos patatas y huevos siempre bajaban de arriba.

Y aquí entra a formar parte de mi vida la MURALLA DEL BALUARTE. Nuestros juegos, nuestra vida transcurría dentro de las murallas y salvo cuando escapábamos para la rampla a bañarnos o a la Laguna que estaba a la derecha de la carretera, viniendo de Ferrol Vello, la vida la hacíamos en el Baluarte.

Este recinto servía además para que las parejas de enamorados se regocijasen y expresasen su amor platónico, con el recelo de saberse vigilados por esa tropa de "carroñas" que hasta hace poco (hoy por suerte las parejas tienen otros medios más seguros para mostrarse su cariño) recorrían la Cabana hasta la zona del Baluarte y las huertas de por allí había. De vez en cuando el mozo espiado se enfrentaba a los espiadores y había hostias a destajo, porque esta "carroña" además eran cobardes y nosotros lo pasábamos "chupi" viendo como las llevaban en el lombo.

Otro de los usos que se le daban eran las meriendas los domingos y festivos y el día de San Pedro o alguna fiesta señalada en el verano, por desgracia no había segunda vivienda en la playa. Pero lo que más nos gustaba a los chavales de Baterías y Cangrexeiras era cuando los soldados de artillería venían con sus mulas y sus caballos a hacer ejercicios, eso también era la leche,las mulas eran tercas, como su nombre indica y, cuando estaban cruzadas los soldados caían por el campo y nosotros a reir. Pero aún había otra cosa que nos llamaba mucho la atención, y era que cuando un animal de éstos se moría por enfermedad lo enterraban dentro de las murallas y cuando los soldados se marchaban aparecía una tribu de Gitanos, que no sabíamos como se enteraban, pero ellos desenterraban el animal muerto y lo llevaban para comérselo pese a las advertencias de nuestros padres que podían contagiarse la enfermedad.

Otro día os contaré más, porque la muralla aún siguió con vida hasta mi juventud y hay anécdotas al amparo de ella que además de que no me gusta rememorarlas, también a los jóvenes que entráis en estos foros me imagino que os gustará conocer.

Comentarios

  1. muy bien abuelo , me gusto mucho y muy interesante , espero que sigas escribiendo asi de bien y cosas tan bonitas ssobre canido . Eso que a mi no me cuentas cosas asi ...

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  2. viva canido moito7 de abril de 2011, 18:30

    Yo soy un joven, vivo por la zona de San Rosendo, al lado, osea que el baluarte tambien supone para mi un lugar de ocio increible, sobre todo ahora con el buen tiempo, por favor cuenta anecdotas!

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  3. Ola son dun barrio veciño, Santa Mariña, e encántame saber cousas de Ferrol e dos seus barrios. Non pares de escribir
    Saludos

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